La personalidad en un aprendiz

Cuando me incorporé en el proyecto de uno de nuestros colaboradores, sentía que mis conocimientos estaban limitados y ejercía un rol de principiante, donde mi misión erradicaba en el papel de una esponja, si se me permite la comparación. Debía absorber toda la sabiduría de los compañeros con mayor experiencia laboral. Creo que esta sensación es algo natural, ya que, para cultivar los conceptos necesarios, se debe estudiar y practicar. En esta fase de asimilación de conceptos, cualquier consejo, feedback o enseñanza es de agradecimiento.

A medida que avanzaban los días, aprendí nuevas tecnologías, metodologías de diseño, formas de hacer test, etc. Era consciente de que obtenía conceptos más técnicos, lo que me aportó confianza para intervenir e intentar ayudar dentro de lo posible. Esta nueva sensación era fundamental para mí, ¿por qué?, es sencillo. Me sentía parte de algo, de un grupo en el que importaba mi presencia y en el que podía ayudar. Esto alimenta un ego positivo que surge en lo más hondo, es una forma de automotivación que anima a dar lo mejor de ti cada día.

Tras medio año, noto un avance de mis conocimientos (a pesar de esto, soy consciente de que me queda muchísimo por aprender), pero he reflexionado acerca de una cualidad que todo desarrollador debe tener, y que, personalmente, tuve que desarrollar para ser más eficaz en el ámbito laboral. Con esto hago referencia a la constitución de la personalidad. He hecho pairing con otros compañeros, en muchas ocasiones con personas con amplia experiencia, lo que es considerado técnicamente como un Senior developer. Mis ganas de aportar eran insaciables, por lo que fluían en mi cabeza un sinfín de ideas sobre lo que se iba desarrollando, pero por motivos que desconozco, me cohibía el pensar en la vasta experiencia de la otra persona, lo que impedía que mis ideas se dieran a conocer. Cuando fui consciente del valor que estaba dejando escapar, mi propósito fue firme, debía aportar cada idea que me surgiera, estuviera seguro o no de la certeza de mi pensamiento. Solo existían dos caminos posibles y ambos conducían a la victoria: el primero, podía estar equivocado, pero mis compañeros propondrían una mejor solución y yo interiorizaría la lección; el segundo, mi idea era cierta y estaba proponiendo algo que podía contribuir al desarrollo y al equipo. Muchas veces esa “pregunta necia” puede mostrarte lo que estabas obviando o darte una nueva perspectiva que te ayude a comprender el tema en cuestión.

En innumerables ocasiones observé en silencio a compañeros con mayor experiencia en el sector hablando de temas que desconocía y esto me producía pavor, una sensación de carencia de conocimiento sobre la materia. Tras un trabajo continuo, analizando todo lo que comentan, eres capaz de aprender valiosas lecciones, no sólo aspectos técnicos, sino el valor que se refleja en sus personalidades. A un ingeniero Senior puedes identificarlo más por sus habilidades blandas que por sus técnicas, son personas sumamente pacientes y amigables. Son más unos guías que personas con gran conocimiento técnico. Tienen habilidades extraordinarias de liderazgo y versatilidades sumamente útiles.

Debe tenerse en cuenta en todo momento que en el equipo en el que te integras quizás no seas la figura con más dominio técnico, pero siempre puedes ser más productivo, quien entrega funcionalidades cuidadas gracias a todo el empeño, buscando las fallas mínimas. Desde mi perspectiva, una de las habilidades más relevantes cuando inicias este recorrido es la paciencia, porque sin ella resulta complicado aprender, puede llegarse incluso a la frustración, sensación por la que las ganas escasean. Siempre existe un momento para ti, pero para lograrlo se debe buscar y trabajar con constancia. Otra habilidad es la perseverancia, porque sin ella no puede dominarse nada, es como aprender a montar en bicicleta, te caes y te levantas hasta que lo consigues.

Después de comprender esto, siento que aporto más valor, pero lo que es aún más importante, me siento más libre y capaz de todo. El mejor experto también fue en su día un aprendiz y está en la cumbre porque en su momento falló, acertó, arriesgó, ayudó y aprendió. Si tuviese que extraer una moraleja de esto sería explicando que existen tres tipos de personas en el mundo: los que hacen que las cosas ocurran, los que ven cómo ocurren las cosas y los que se preguntan qué ocurrió (N. Butler).

Ahora mi visión es menos confusa, si hoy no comprendo algo, preguntaré cómo ocurrió y seré yo quien hará que suceda. Se debe aprovechar cualquier momento de aprendizaje, ya que es fundamental para llegar a conseguir una mejor versión de nosotros mismos.

Todos hemos tenido un mentor, esa persona que es tu referencia y no sólo por su conocimiento, sino por ser una persona capaz de transmitir su sabiduría con los demás de una forma inteligente, con paciencia, respeto y sus mejores intenciones en tu aprendizaje. Un gran compañero quiso transmitirme que podía contar con él para cualquier duda o problema en el trabajo, y me contó unas grandes palabras que nunca olvidaré. Me habló sobre las cuatro etapas de la competencia:

  1. Haces algo mal y no eres consciente de ello, porque aún no te has dado cuenta
  2. Haces algo mal, pero te lo han dicho o te has dado cuenta de alguna forma y eres consciente de ello, por lo que ya estás preparado para mejorar en ese aspecto.
  3. Haces algo bien, has aprendido de tus errores y has mejorado, aunque te requiere un esfuerzo y concentración para lograr realizar la tarea correctamente.
  4. Haces algo bien, y gracias a tu constancia y perseverancia ya lo realizas sin pensarlo, no necesitas concentrarte, porque dominas lo que haces y para ti es algo cotidiano.

En el ciclo vital, recorremos las cuatro etapas. Pasamos de novatos a expertos, es ley de vida, la constancia y el trabajo nos mejora profesionalmente y personalmente. La programación no es una excepción, existen personas con mayor conocimiento que el resto, pero se debe a su trabajo y constancia para lograr dominar el tema en cuestión. Nadie debería negarle su ayuda a otra persona, pues el buen mentor hace que otros con menor experiencia pasen por las cuatro etapas de la competencia de una forma eficiente y provechosa.

Creado con Hugo
Tema Stack diseñado por Jimmy